Skip to main content

Existen muchas formas de manifestar el amor propio, ese sentimiento imprescindible para desarrollar vínculos sanos y duraderos. La que hoy abordaremos es el reconocimiento de las emociones, así como también el acto de validarlas y abrazarlas. De esta forma, nos estaremos demostrando a nosotros mismos que nos aceptamos y que nos amamos, así como también abriremos la puerta hacia el bienestar que produce modificar el efecto que los estímulos externos desencadenan en nosotros.

Ponerle nombre a las emociones como camino para gestionarlas

Si cuando nos preguntan cómo estamos, nuestro primer impulso es responder: “mal, estoy mal,” es señal de que debemos ahondar en nuestras emociones para poder dar una respuesta mucho más precisa y afinada.
“Mal” es una palabra demasiado general, ya que puede abarcar emociones tales como la tristeza, la desesperación, la decepción, la ira y la furia. Nos puede convertir en víctimas o en victimarios. Por ello es tan necesario identificar la emoción específica para así comprender sus causas y lo que podemos hacer para transformarla en emociones que nos produzcan bienestar.

Las emociones no deben ser negadas, sino atendidas

Muchas veces negamos sentirnos llenos de rabia o con una tristeza devastadora porque asumimos que son emociones “malas” y que, por ende, experimentarlas nos convierte en personas que están mal.
Sin embargo, lo único “malo” acerca de estas emociones, es callarlas e intentar aplastarlas. Esto solo nos conducirá a sentirnos cada vez peor, porque las emociones se irán acumulando dentro de nosotros, hasta pueden manifestarse a través de enfermedades físicas. A este proceso se lo conoce como somatización. A los efectos de evitarnos una enfermedad, o los síntomas de ella, por causas emocionales, debemos prestarle especial atención a lo que sentimos.

Cómo reconocer nuestras emociones

Las emociones no se producen en nosotros por un capricho de nuestro cerebro. Del mismo modo que cuando nuestro cuerpo está agotando sus últimas fuentes de energía de uso inmediato, sentimos hambre, y cuando un órgano necesita ser sanado, sentimos dolor, cuando tu integridad necesita que la atiendas, te lo manifestará a través de las emociones.
Las emociones son una respuesta adaptativa que desembocan en acciones de autodefensa. Por ejemplo cuando tienes miedo y te proteges para evitar que el peligro te alcance. Por lo tanto, las emociones están vinculadas directamente con nuestra supervivencia.
Para reconocerlas y darles el nombre justo, nos será muy útil prestar especial atención a los cambios fisiológicos que la emoción nos genera:

  • Aceleración del ritmo cardíaco
  • Aumento o disminución de la presión arterial
  • Temblor en las manos
  • Sudoración
  • Tartamudeo
  • Falta de apetito
  • Sueño excesivo

Una vez que tengamos identificada o reconocida la emoción, procederemos a ver qué es lo que la causa.

¿Cuál es el origen de las emociones?

Aunque algunas emociones parezcan proceder de estímulos externos:

  • Miedo a que nos abandonen
  • Rabia por la impuntualidad ajena
  • Decepción porque nuestros hijos no son lo que esperábamos…

La verdadera razón se encuentra muy dentro de nosotros.
El miedo a que nuestra pareja nos abandone y el terror al nido vacío cuando llega el momento de que nuestros hijos se abran camino por su cuenta en la vida, no está vinculado a las acciones de dichas personas, sino a que no hemos trabajado lo suficiente en nosotros mismos como para encontrarnos a gusto en soledad, aunque podamos sentir tristeza o añoranza de otras personas.
En definitiva, el miedo no es al abandono, sino a tener que enfrentarnos a nosotros mismos sin que la compañía de otras personas nos aliviane la experiencia. ¿Cuál es una buena opción ante este miedo? Embarcarnos en una experiencia de autoconocimiento que nos permita saber quiénes somos, qué nos gusta, qué nos produce bienestar, entre muchas otras investigaciones.
Lo mismo ocurre con todas las demás emociones.

¿Cómo actuar ante emociones que nos producen malestar?

Las emociones en sí no son malas ni negativas, pero nos pueden producir un profundo malestar. Aliviarlo está en nosotros, porque estamos llamados a amarnos a nosotros mismos, algo para lo cual es imprescindible abrazar aquello que se genera en nuestro interior.
Las pautas para evitar rechazar cualquier emoción, incluso las que peor nos hacen sentir, y beneficiarnos de ellas, son:

  1. Entender que las emociones cumplen una función.
  2. Identificar qué nos están queriendo decir esas emociones.
  3. Aceptar que somos libres de experimentar emociones y responsables de transformarlas en una experiencia positiva.
  4. Descubrir el verdadero origen de la emoción; no quedarnos con el motivo aparente.
  5. Si existe un problema importante en la gestión emocional, es bueno empezar una terapia psicológica para sanar esa parte de nosotros que nos lleva a sentir miedo al abandono, impotencia porque los demás no hacen lo que queremos o decepción cuando las personas no actúan como esperamos, entre muchas otras cosas.

Abrazar tus emociones es una enorme manifestación de amor propio bien entendido. Una vez lo hayas hecho, estarás listo para comenzar a sanar el motivo que origina aquellas emociones que te alejan del bienestar que mereces.

Te puede interesar:

Leave a Reply