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SUPERAR LO VIVIDO PARA SEGUIR ADELANTE.

 

Si bien nuestro cuerpo sólo puede vivir en el “presente”-nuestra historia- nuestra identidad se mueven a través del tiempo. Las diferentes etapas de la vida son eslabones de una cadena, dice Alfredo Moffatt: y como en una melodía, cada nota tiene sentido desde la anterior y la siguiente.

 

Sabemos que nuestro presente está constituido también con fragmentos del pasado. -información de nuestro proceso de vida-. Pero lo que nos interesa resolver en el presente suele ser: cómo sigue mi historia hacia delante, mi proyecto de vida.

La cuestión es que el camino por delante no lo podemos ver, entonces lo inventamos o fantaseamos con la información del camino ya recorrido.

Si en el camino recorrido quedan vivencias que no pudimos integrar o asuntos pendientes inconclusos, nuestra tendencia será a mirar con inseguridad el futuro. Aquello que no pudo ser entendido del pasado perturba el presente, y nos hace mirar hacia delante con desconfianza.

Si el recuerdo del pasado es placentero se proyecta como deseo; si es doloroso -y aún esta vivo-, se proyecta en forma de miedo. Los sentimientos que no resultan explicables en una situación actual, muchas veces tienen su origen en el pasado, en nuestra historia. En esos casos es importante elaborar y sanar el pasado, ya que fabrica un futuro poco alentador.

 

TERAPIA GESTALT.
UNA ELABORACIÓN EMOCIONAL DE LO VIVIDO. 

 

La memoria guarda recuerdos de situaciones que aún no se han cerrado y se proyectan en el presente; situaciones que revivimos desde el “aquí y ahora”, recuerdos que aún palpitan.

Esas situaciones son parte de nuestra identidad  ¿Quién soy? es la suma de toda nuestra historia… y nadie quiere perder su identidad, para sanar aquello que duele.

 

 

 

Desde la Terapia Gestalt se actualizan las situaciones inconclusas, se las traen al “aquí y ahora”, para lograr ver el presente sin proyecciones y no perturben los nuevos vínculos. Se facilita una elaboración emocional de lo vivido, que ayuda dejar el pasado en un recuerdo y nos permite un cambio en la percepción de uno mismo y en las posibilidades de la propia vida.

Joan Garriga, en su trabajo sistémico con Constelaciones Familiares, menciona: “me parece que la gran mayoría de problemas y sufrimientos que padecemos guardan relación con aquello que vivimos en el pasado, sea lejano o reciente…”, pero a la vez nos recuerda que la felicidad tiene que ver más con una actitud que podemos desarrollar que con los hechos vividos.

 

Si miramos al pasado no es para anclarnos en él, ni compadecernos o excusarnos, es para transformarlo, para que sea una experiencia de aprendizaje y nos sirva para configurar un proyecto vital.

Elaborar el pasado es dejar de tener secretos con uno mismo, dejar de engañarnos para evitar lo doloroso o representar un papel para ser queridos, dejar de manipular los vínculos para evitar el miedo, el vacío o la soledad.

El pasado no se puede cambiar pero la memoria se va transformando junto con nosotros, debido a que cuando crecemos vamos cambiando la manera de ver nuestra vida y el mundo.

Podemos elegir qué ver y qué dejar al fondo. Y tomar lo vivido integrándolo en nuestra historia de manera que nos ayude a definir un proyecto de vida sano.

 

LA VIDA: UN MOVIMIENTO TRANSFORMADOR.

 

El pasado habla del origen no del final, por eso en el presente podemos lograr que el pasado no sea determinante del futuro. El pasado puede resinificarse para dar sentido a una buena vida y poder elegir con libertad la continuación de la historia, de la película de la que somos protagonistas.

El futuro, lo que todavía no ocurrió, puede llegar a cambiar la percepción del pasado, como el final de la película suele modificar lo que vimos al principio. Me llega el recuerdo del protagonista de la película: “El exótico hotel Marigold”, que dice con una amable sonrisa: “al final todo saldrá bien, y si no sale bien es que aún no es el final”.

 

De esta manera la vida puede ser concebida como un movimiento transformador: desde el  “aquí y ahora” podemos transformar nuestra historia. Incluso sentirnos satisfechos, porque todo aquello difícil que nos tocó vivir, nos ha ayudado a crecer como persona.

 

PODEMOS ELEGIR.
Podemos transformar aquello que nos duele.

 

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