Uno de los lugares en los que pasamos más tiempo de nuestra vida es en el trabajo y, aunque tengamos la suerte de tener y ejercer una profesión que disfrutamos, el estrés puede alcanzarnos igual.
El estrés es un concepto que se ha normalizado en nuestro vocabulario y en nuestra vida con connotaciones negativas, aunque en realidad el estrés no es en sí nocivo. De hecho, éste capacidad de actuar bajo presión es adaptativa y nos ayuda superar momentos complejos de la vida.
Se trata de la capacidad de nuestro organismo para reaccionar de forma activa ante una situación que sentimos como amenazante, y es muy útil en determinadas circunstancias. En cierto modo es como pedirle a todo nuestro ser un sobreesfuerzo para conseguir un objetivo: entregar los informes mensuales, organizar la asistencia a una feria profesional, llegar a una determinada meta de venta… Y nuestro organismo suele estar a la altura del reto.
Los problemas llegan cuando el nivel de exigencia de nuestro entorno o el nuestro propio, no nos deja cerrar ésta etapa de sobrecarga y nos vemos obligados a mantener un nivel de esfuerzo superior al normal a nivel físico, emocional o mental. En su forma nociva, puede darse también cuando nos vemos en la obligación o la necesidad manejar situaciones que superan nuestra preparación en un determinado momento.
El estrés, como todo, nos afecta de un modo distinto a cada uno de nosotros, pero éstos son algunos de los síntomas que suelen aparecer: dificultades para conciliar el sueño o para descansar de forma continua, para mantener la atención o para concentrarnos, estados de decaimiento, contracturas o dolores musculares…
Lo primero que es necesario siempre ante cualquier dificultad es tomar conciencia de que existe, aunque sea una obviedad, pero a menudo no nos damos cuenta de cuál es nuestro nivel de estrés hasta que un dolor de espalda nos postra en la cama. Lo mejor que podemos hacer es tomar por costumbre observarnos a nosotros mismos, cómo nos sentimos a nivel emocional, cómo sentimos nuestro cuerpo, qué enfoque, frente a lo que nos ocurre, estamos teniendo… Observarnos a diario, dedicarnos apenas unos minutos a poner conciencia en nuestras tensiones, sean de la índole que sean.
Darse cuenta es un paso previo al cambio. Las situaciones que nos estresan pueden no aparecer de golpe, y que el nivel de actividad y exigencia se vayan incrementando progresivamente hasta desbordarnos sin que entendamos el por qué.
Al identificar lo que nos ocurre podemos identificar su fuente, es decir, los elementos estresores: volumen excesivo de trabajo, falta de recursos, falta de preparación, mal ambiente laboral… Podemos darnos cuenta también de que a veces lo que nos tensa o provoca ansiedad es el análisis excesivo o la anticipación: el hecho de darle vueltas a situaciones anteriores o a las que han de venir puede generarnos mucha inquietud. Si nos situamos en el aquí y ahora, tomamos la perspectiva de lo que está ocurriendo y de las herramientas de las que disponemos para afrontarlo en éste momento. Eso nos dará una perspectiva de lo que podemos o no podemos acometer y tomar responsabilidad de ello, haciéndolo lo mejor que nos es posible.
Por otro lado, situarnos en el aquí y ahora, no sólo en el trabajo si no también fuera de él, nos permitirá desconectar de verdad de aquello que haya quedado pendiente, de las demandas que recibimos y de nuestras propias exigencias.
Entre aquello que nos estresa y los resultados del estrés, siempre nos encontramos nosotros y aunque a menudo no podemos cambiar nuestras condiciones laborales para hacerlas ideales, sí podemos cambiar nuestra manera personal de vivirlas y gestionarlas.
La conciencia de lo que nos sucede en el aquí y ahora (cuerpo, emoción, pensamientos), nos ayuda a conocernos a nosotros mismos. El conocimiento de uno mismo es fundamental para el bienestar. Y del bienestar surge el bienhacer más adecuado. El equipo de Psicólogos en Barcelona pueden ayudarte si lo necesitas. Somos especialistas en Terapia Gestalt y otras corrientes humanistas.