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Que muchas cosas no volverán a ser como antes es una realidad prácticamente tangible. Lo que nos ocupa en esta oportunidad es cómo plantearnos el retorno a nuestras actividades después del confinamiento, teniendo en cuenta que será diferente. ¿Qué rol juegan las expectativas en esta nueva fase? ¿Debemos abrazar el bien mayor o asirnos al beneficio propio? Solo nos resta comenzar a emprender el camino hacia la “nueva normalidad”. Ya te hemos hablado de los recursos psicológicos para combatir la ansiedad y como lidiar con las crisis de pareja en tiempos de confinamiento.

¿Qué nos ha dejado el confinamiento?

Está comprobado científicamente que los períodos de confinamiento prologados dejan un legado de malestar que puede presentar uno o varios de los siguientes síntomas:

  • Confusión
  • Ansiedad
  • Estrés postraumático
  • Sentimientos de frustración

A medida que la desescalada toma forma, la incertidumbre acerca de lo que sucederá de ahora en más puede provocarnos una ansiedad con la cual es difícil de lidiar. Es por ello que buscamos consejos acerca de cómo acercarnos a esto que llaman normalidad y de qué forma actuar después de tantas semanas de poco contacto con el mundo.

Cómo manejar las expectativas

Las expectativas pueden ser nuestras aliadas o nuestras enemigas. Todo dependerá de cuánta carga depositemos en ellas. Creer que la vuelta a la normalidad es retornar a lo que conocíamos, nos hará llenarnos de falsas expectativas. El nuevo escenario mundial plantea cambios que, heredados de pleno período de pandemia, se quedarán por un largo tiempo entre nosotros.

Por lo tanto, una forma de gestionar las expectativas es aplicando los siguientes principios:

  • Ser realistas: tener expectativas demasiado altas es, en un momento como este, fantasear. Estar informado y tratar de situarnos en la realidad que nos tocará vivir será de gran ayuda para no sentirnos decepcionados cuando la realidad llame a nuestra puerta.
  • Adaptarse a las nuevas normas: el distanciamiento social ha llegado para quedarse un buen tiempo; la higiene tendrá que ser llevada al extremo y habrá restricciones que permanecerán más allá de la vuelta a la normalidad. La aceptación será nuestra arma más valiosa para evitar frustraciones y confrontaciones innecesarias.
  • No compararnos: cada país ha llevado la pandemia de forma diferente a los demás. Así como cada familia y cada persona. No hay dos realidades iguales, por lo que sucumbir a la tentación de compararnos podría hacernos sentir disminuidos o menos privilegiados. La mayoría de nosotros hemos tomado las mejores medidas para protegernos de acuerdo a cómo la pandemia nos ha afectado.
  • Reducir nuestras expectativas: no tener miedo de esperar poco, incluso lo mínimo, nos ayudará a evitar desarrollar un estado de ansiedad o sentir que vivimos de forma injusta. Tener paciencia para permitir que los diferentes aspectos de nuestra vida se vayan acomodando poco a poco nos dará la fuerza necesaria para esperar el tiempo que haga falta antes de recuperarnos.

Practicar el altruismo y el cuidado

En momentos difíciles, tender a pensar en uno mismo es mucho más fácil que detenernos y ponernos en el lugar de los demás. Sin embargo, lo primero nos llevará a aislarnos, mientras que la segunda opción es la que despertará el impulso altruista que hay en nosotros, al tiempo que nos ayudará a darnos cuenta de que no somos los únicos que lo estamos pasando mal, si fuera el caso.

El bien común tendría que quedarse con el premio más grande y es hacia él que nos podemos enfocar.

Si en algún momento sentimos ganas de hacer algo, incluso si se trata de una acción permitida, que pueda llegar a poner a alguien en peligro de contagiarse, lo mejor es tomar la decisión de proteger a esa persona mediante restricciones que nosotros mismos estamos en condiciones de imponernos.

Respetar las diferentes vivencias

En estos meses muchas familias han perdido a seres queridos, tengamos respeto por ellos, intentemos no sacar conclusiones o difundir teorías que puedan herir o menospreciar el dolor de los que han tenido una suerte peor a la nuestra.

Algunas personas se han quedado sin ingresos y ahora se encuentran en una situación crítica a nivel económico, decirles que este período fue una oportunidad, es casi faltarles el respeto.
Ojalá para muchas personas haya sido realmente una oportunidad de aprendizaje, de observación interna, de trabajar su propia confianza y salir fortalecidos, ojala. Se puede haber vivido esa experiencia sin necesidad de hacer de ello una pancarta. Siempre es bienvenido el crecimiento y el desarrollo de nuestra propia humanidad, ojalá que podemos hacer algo bueno en este nuevo camino, con más benevolencia y humildad. Te recordamos que si lo necesitas estamos disponibles para ti en la distancia para ayudarte.

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