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Expresar nuestras necesidades y las emociones que estas nos generan resulta a menudo difícil.

La comunicación y la expresión de aquello que necesitamos, es un proceso complejo en el que influyen factores internos y externos: culturales, emocionales, familiares… según ciertos parámetros la expresión de lo que necesitamos y el como se exprese será admisible, buena, correcta o todo lo contrario a nuestros ojos y a ojos ajenos.

Pero si no conocemos si quiera nuestros deseos reales, se convierte en una misión imposible, casi tan abandonada al azar como una tirada a los dados: las personas que conviven con nosotros puede que acierten a entender lo que queremos, puede que no.

Nuestro carácter se ha ido conformando a lo largo del tiempo, influenciado por factores externos e internos y respondemos a las propias necesidades a nuestra manera particular: las ignoramos, las expresamos con contundencia o, incluso, ni siquiera llegamos a percibirlas.

A menudo nos lamentamos de la poca comprensión que recibimos por parte de los demás, pero quizás convendría plantearse como le estamos haciendo llegar nuestras necesidades al otro, como le estamos expresando lo que nosotros queremos.

Lo que ocurre cuando no discernimos bien cuales son nuestras necesidades no es solo que no vamos a expresarlas con precisión sino que además podemos culpar a los demás por no comprendernos, lo que es también una manera de eludir nuestra responsabilidad y trasladarla al otro. Así quedamos a merced de la capacidad del otro de entender y dar respuesta a nuestros deseos.

Conocer nuestras necesidades

Aunque resulte evidente lo que queremos y lo que necesitamos no lo es, ya que nosotros mismos ponemos restricciones, quizás callando esta partes de nuestro ser durante mucho tiempo, y la necesidad real queda enterrada bajo un montón de ideas sobre aquello que nos genera sufrimiento o, por el contrario, las convertimos en exigencias de manera que herimos a los demás o provocamos su rechazo.

La Gestalt plantea como funciona el ciclo de las necesidades. Trabajando desde éste marco, conocer el ciclo de la necesidad nos facilita detectar dónde se hallan nuestro puntos fuertes y nuestros puntos evitación, para conseguir llegar a satisfacer nuestros deseos y facilitar el contacto con los otros. Observando éste ciclo podemos detectar dónde interrumpimos el proceso, o ciclo, y profundizar en los mecanismos internos que hacen que así sea.

Las fases que componen ciclo de la necesidad

La sensación: la necesidad surge y se manifiesta en nuestro ser, en nuestro cuerpo o en nuestra emoción sin que nuestra mente sea aún consciente. Si no estamos conectados con la sensación puede que pase desapercibida, pero la necesidad ahí sigue.

El darse cuenta, ser consciente: la sensación adquiere estatus de conciencia, nuestra mente pasa a conocer que sentimos, que tenemos algún deseo o necesidad.

La energetización: nos preparamos para conseguir satisfacer la necesidad, calentamos motores, tomamos las decisiones que creemos que son necesarias.

La acción: nos ponemos en marcha y ejecutamos las acciones que consideramos adecuadas para satisfacer nuestro deseo (física, verbalmente…).

El contacto: es la fase en la que entramos en relación con aquello necesitamos, ya sea de manera física o bien simbólica.

Reposo: cuando el ciclo de la necesidad se cierra con éxito nos sentimos satisfechos. Es un espacio durante el cual se produce un estado de equilibrio hasta que surge una nueva necesidad.

Ser conscientes de cómo es nuestro proceso de sentir, tomar conciencia y de pasar a la acción para satisfacer nuestros deseos, nos ayudará a darnos cuenta de cómo nos estamos relacionando con éstas necesidades, identificar nuestras resistencias y bloqueos, y darnos cuenta de qué y cómo estamos exigiendo su satisfacción a nuestro entorno.

Todo esto nos dará las claves para conectarnos con lo que estamos necesitando y hacernos responsables de hacer nuestra parte, y no dejar totalmente en manos del azar la propia satisfacción. Luego la vida dirá y bailaremos el baile que nos toque, pero sabiendo que hemos hecho nuestra parte.

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