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Aunque se han llevado a cabo numerosos estudios sobre la creatividad, tomando especial relevancia en los últimos tiempos dado que ésta se ha descubierto como la piedra angular de los enormes avances tecnológicos que los seres humanos hemos realizado a lo largo de la historia, y especialmente en las últimas décadas, la creatividad como atributo o proceso sigue siendo una materia con mucho aún por explorar.

Lo que es indiscutible es que es un proceso de vital importancia que nos ha conducido a través del tiempo a ser quienes somos y a desarrollarnos como sociedad e individuos como lo hemos hecho.

La creatividad, dados los entornos culturales a los que a menudo las personas nos vemos constreñidos, aparece como una especie de milagro, dejando a quien la observa con cierta sensación de maravilla. Lo fascinante de la creatividad es su imprevisibilidad. Justamente, afrontar un problema, un dilema, una situación creativamente significa unir puntos poco obvios a simple vista, encontrar un camino oculto pero posible que nos lleva a nuestro objetivo.

Si bien es completamente cierto que algunas personas nacen especialmente dotadas para afrontar cualquier situación de un modo creativo, no es menos cierto que como con cualquier otro don, si éste no encuentra un entorno propicio para su desarrollo, se extinguirá. Y del mismo modo, el enfoque creativo puede entrenarse y desarrollarse para nuestro beneficio.

Asociamos la creatividad normalmente con desempeños sociales, como el trabajo, pero su área de influencia puede ser mucho mayor y mucho más rica y, según señalan algunos autores puede tener efectos profilácticos en nuestra salud tanto física como psíquica. Cuando la creatividad encuentra su camino para expresarse se produce al mismo tiempo el encuentro con nosotros mismos, que aumenta la sensación de conexión con la realidad, proporcionándonos bienestar, optimismo y realzando nuestras emociones positiva. Por otro lado, al ser un proceso centrado en la búsqueda de soluciones más que un análisis obsesivo del problema, centra la energía vital en aquello importante y ayuda a cerrar procesos de sufrimiento, canalizando nuestros esfuerzos en una dirección realmente útil.

Algunos elementos que pueden desarrollarse acompañan a la actitud creativa:

• La curiosidad: las personas creativas sienten curiosidad por todo aquello con lo que tienen contacto directo o indirecto, interno y externo, lo que les aporta conocimientos diversos que llegan a relacionar de un modo que resulta innovador.

• La confianza: de que existe un modo y un camino, una solución. Aunque esté oculto y aunque signifique producir un buen número de propuestas poco plausibles o incluso absurdas, éstas pueden llegar a ser precursoras de otras más ajustables a la realidad, flexibilizando el pensamiento y, por tanto, propiciando el desaprendizaje, la aceptación del cambio y la transformación.

• Asumir riesgos: asimilar que las cosas pueden no salir como las hemos planificado, abrirnos a la posibilidad de que lo que lo esperado puede convertirse en lo inesperado, abrirnos a vivir nuevas experiencias y a cambiar el orden de los factores. Dejar de mantener nuestra energía en soluciones que nos mantienen anclados en situaciones pasadas y que en su momento tuvieron su función pero que están ahora obsoletas.

Cuando conscientemente trabajamos para liberar los bloqueos de nuestros procesos creativos, conseguimos actuar más allá de nuestros propios miedos, lo que nos aporta una mayor confianza en nosotros mismos y en nuestras acciones, reduciendo la sensación de trascendencia y la angustia.

Se trata de crear un espacio en el que podamos jugar libremente, experimentar la libertad de que cualquier cosa es posible, dejando que nos guíen nuestros deseos, simplificando, distinguiendo con claridad lo importante de lo urgente y de lo que no es ni una cosa ni la otra, donde mantengamos el objetivo siempre claro, capaces de un análisis del propio funcionamiento, atreviéndonos a pensar en las posibilidades que nunca nos planteamos, aunque sean descabelladas en algún sentido, integrando diversas de nuestras habilidades que no creíamos posible relacionar. Un espacio de experimentación, dónde cualquier posibilidad adquiera realidad. Generaremos muchos elementos poco significativos probablemente, pero obtendremos una base en la que asentar nuestra manera de afrontar cualquier situación, atando cabos a nuestra propia y única manera y que irá ampliándose cuanto más la pongamos en práctica.

El desarrollo de la capacidad creativa radica en practicar vivencialmente nuestra capacidad intrínseca para generar y elaborar un número infinito de ideas desde un infinito número de perspectivas, replanteándolas, modificándolas y reelaborándolas de forma que se adecuen a la situación real y al momento interno y externo presente.

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