“La gratitud abre la totalidad de la vida, transforma lo que tenemos en suficiente, y aun más. Transforma la negación en aceptación, el caos en orden, la confusión en claridad… La gratitud le da sentido a nuestro pasado, nos trae paz a nuestro presente y crea visión para el mañana.” Melody Beattie
Hemos integrado en nosotros el hábito de dar las gracias cuando recibimos algún servicio, favor o percibimos que alguien está actuando en nuestro beneficio. Gracias es una palabra que usamos muchas veces al cabo del día y la mayoría de las veces lo hacemos sin pensar. Esto es el agradecimiento, la acción de dar las gracias. Pero agradecimiento puede estar asociado a la gratitud o no. Dependerá de si es el simple y cortés automatismo que usamos constantemente o si surge de un sentimiento genuino de gratitud, que algunas veces no necesita ni siquiera de las palabras.
La gratitud y el agradecimiento
La gratitud es una emoción que aparece cuando algo nos causa bienestar o nos libra de algún malestar o preocupación. Y no es una emoción cualquiera. Cuando sentimos gratitud no podemos separarla del sentimiento de que somos afortunados, de sentirnos amados o apreciados, de la pertenencia a algo que va más allá de nosotros mismos y si a quien estamos agradecidos es a un desconocido, podemos llegar a sentir un destello de comunión con el ser humano.
El sentimiento de gratitud es un recordatorio, una toma de conciencia de toda la riqueza que nos rodea, de todo lo bueno que ocurre a nuestro alrededor constantemente, en forma de pequeñas y grandes cosas, en pequeños y grandes gestos, provenientes de conocidos y desconocidos…
Cuando el agradecimiento proviene de la gratitud auténtica no sólo es transformador de nosotros mismos sino de las personas que nos rodean, de quienes han actuado por nosotros de algún modo. El agradecimiento es la acción que surge de la gratitud y que es capaz de transformarnos a nosotros y a nuestro entorno.
De la emoción a la acción
La gran diferencia entre la gratitud y el agradecimiento es la acción: convertir una emoción en un acto ya sea por medio de la palabra o de algún otro gesto personal, con algún elemento material, o simbólico, asociado o no.
Cuando queremos demostrar nuestro agradecimiento, tenemos que hacer el esfuerzo de trascendernos a nosotros mismo, poner en marcha nuestras facultades para ponernos en el lugar del otro y para descubrir de qué forma esa persona puede ser receptora de nuestra. Un acto de generosidad personal que sólo tiene efecto en el otro sino que enriquece la relación y a nosotros mismos. De alguna manera transformamos lo recibido en una nueva dádiva y eso nos aporta una sensación de equilibrio y paz .
¿Qué nos exige el agradecimiento?
Andamos llenos de expectativas y de deseos, de que nos den y de que nos llenen. Y, cuando recibimos, a veces no somos capaz de apreciarlo, justamente por la ceguera que nos provoca la voracidad insaciable y algunas reminiscencias infantiles, que nos hacen creer que estamos en nuestro derecho de recibir todo y recibirlo ahora.
Es necesario tomar conciencia de lo improbable que es recibir todo lo que recibimos, cada día, a cada momento. De la consciencia de las pequeñas maravillas que suceden cotidianamente, aflora la gratitud.
El agradecimiento, es el siguiente paso, nos exige conectarnos con nosotros, a veces de modo inesperado, con gestos sencillos y aparentemente insignificantes, dar una respuesta al mundo. Para ser capaces de valorar lo que ocurre a nuestro alrededor y en especial en relación a nosotros tenemos que estar presentes, vivir en el aquí y ahora para que no nos pasen desapercibidas todas las cosas bellas que nos rodean.
Y no podemos olvidar que somos responsables de lo que recibimos: hay que saber encajar tanto lo que los demás hacen por nosotros, como su agradecimiento hacía nosotros. Tenemos que buscar el equilibrio entre saber dar y saber recibir, en todo lo que nos ocurre se encuentra al menos un granito de arena propio, comprenderlo y acogerlo.
Saber recibir del otro la generosidad y el amor hacia nosotros, con conciencia y gratitud, es un arte, que bien cultivado nos ayuda y enriquece, como muy bien plasma el texto de Melody Beattie que citamos al principio.
No son necesarios grandes esfuerzos para practicar el agradecimiento, sólo estar lo suficientemente presentes para identificar la gratitud que sentimos, responder con agradecimiento y saborear el maravilloso vínculo que brota de ello.
¡Gracias a todos por leernos y acompañarnos!
Hola Maria Laura, gracias por tu artículo, hoy mismo lo comentaré en un correo en el cual deseo colaborar con un sobrino que recien se fue a hacer una experiencia a otro país, y considero debe permanecer en el aqui y en el ahora para aprovechar esta vivencia.
EXITOS POR SIEMPRE CON LA BENDICION DEL SENOR JESUS Y SE SIGAN ABORDANDO CON MUCHA CLARIDAD , TEMAS QUE NUESTRA SOCIEDAD EN GRAN MEDIDA NO HABLA,PERO SI TODOS PUSIERAMOS DE SI,HARIAMOS UNA MEJOR Y FELIZ CONVIVENCIA CON NUESTRO YO INTERIOR Y CON EL RESTO DE LA FAMILIA Y SOCIEDAD QUE NOS RODEA.
GRACIAS
Muchas gracias Mari Carmen por tus palabras!
SALUDOS, DESEARIA SABER SI ES POSIBLE COMPARTIR ESTOS TEMAS EN REDES SOCIALES
Sí por supuesto que puedes compartir y será una alegría para nosotros que llegue a más gente. Muchas gracias!
Gracias x compartir este mensaje. No comprendía porque no me era fácil recibir la gratitud de algunas personas. La sentía poco genuina y/o condicionada. También, en ocasiones percibía una sesación de obligación al agradecer. Me haz dado luz y comprensión. Muchas gracias.
Muchas gracias a ti, nos alegra que haya sido útil este artículo en su momento. Perdona que no había visto tu mensaje. Recibe un afectuoso saludo!