La vida tal como la conocíamos ha dejado de existir. No obstante, como ocurre con todo ciclo que llega a su fin, da comienzo a uno nuevo. Ya te hemos reflexionado sobre el año nuevo en otras ocasiones como:
- Propósitos de año nuevo – ¿magia de un día?
- Propósitos de año nuevo y la zona intermedia
- Cambiar de año: un momento ideal para cambiar uno mismo
El confinamiento ha puesto a prueba nuestra capacidad de paciencia y también ha desafiado nuestra creatividad. Las terapias psicológicas, en modalidad online, por supuesto, se han elevado exponencialmente y nuestra forma de ver el mundo y nuestro lugar en él, se encuentra en pleno proceso de cambio. Estamos en los albores de un nuevo año lleno de desafíos que a nivel emocional y de consciencia debemos enfrentar. ¿Qué nuevos retos trae consigo el año postsurgimiento de la pandemia?
Hacia una nueva versión de nosotros mismos – lo que la pandemia nos dejó
La pandemia pasará y, tarde o temprano, será tan solo un recuerdo en nuestras vidas. Posiblemente miedo y la paranoia le cederán el paso a la tranquilidad y volveremos a tener cierta libertad. Sin embargo, este largo y arduo tiempo de confinamiento y de relacionarnos habrá dejado una huella indeleble en nosotros y, como todo proceso, traumático en algunos casos, nos habrá transformado. Aunque parezca difícil de creer, estos cambios distan mucho de ser negativos, puesto que en este camino que no elegimos, nos vimos obligados a sacar lo mejor de nosotros.
¿Qué desafíos plantea el nuevo año? Descúbrelos y sorpréndete:
- Anteponer el bien común al propio: este es el desafío más grande que nos hemos visto obligados a llevar a cabo y, por cierto, que el mundo lo estaba necesitando. Acostumbrados a actuar de acuerdo a nuestras necesidades y deseos, solíamos simplemente ignorar las emociones de los demás. En esta dinámica de falta de empatía, un día llegó el COVID-19 y, por ley, debimos relegar nuestra voluntad para proteger al otro.
De pronto, todo aquello que queríamos debió esperar, porque lo importante no eran las pretensiones individuales, sino el bien común. El desafío que ahora necesitamos enfrentar es el de incorporar esta empatía con la que hemos nacido (el ser humano está “cableado para la empatía”, como afirma la neurociencia), aunque el estilo de vida moderno engulló e hizo desaparecer gran parte de las conductas que surgen de la empatía. Ahora tendremos que preguntarnos hasta qué punto nuestras acciones son inocuas para los demás. - Conocernos mejor: hasta el día en el que se decretó el estado de alarma, las citas casuales iban cada vez más en aumento. No importaba tanto con qué clase de persona nos encontraríamos, sino que bastaba que fuera lo suficientemente atractiva. ¿A quién le importaban sus pensamientos, su pasado, sus sueños ni sus ocurrencias?
La inmediatez del encuentro era el centro de la cuestión. Las videollamadas habían perdido vigencia y, gracias al surgimiento de innovadoras aplicaciones de citas, lo habitual era concertar una cita para apenas unas horas después de haber entablado un primer contacto.
Ahora con la nueva normalidad, debido a que no podemos tener citas casuales, lo que nos queda es encender la cámara y conversar por largas horas. Nuestro reto será, una vez recuperada la libertad de circulación, empezar a conversar más para conocernos mejor. - Aprender a aprender de forma independiente: muchas personas aprovecharon el confinamiento para aprender una nueva destreza. Sueños que habían quedado en el baúl de los recuerdos fueron reflotados y dibujar, tejer, bordar o hacer trabajos de carpintería, de pronto dejaron de ser imposibles para convertirse en nuestros mejores compañeros. Nuestro reto es convertirnos en alumnos independientes, incluso autodidactas, para llenar nuestra vida de actividades gratificantes.
- Desarrollar la asertividad: siempre que surgen nuevas normas, aparecen con ellas las personas que se rebelan y se niegan a cumplirlas. Cuando eso no perjudica a nadie más, serán las autoridades las encargadas de gestionar su cumplimiento. En cambio, cuando vemos que nuestros derechos están siendo vulnerados y nos encontramos en riesgo, es hora de desarrollar nuestra asertividad para no ser atropellados. Reclamar nuestros derechos de forma calmada es un reto que nos será muy útil incorporar de ahora en más.
- Llevar nuestra flexibilidad al máximo: el año que nos deja ha demostrado que la realidad tal y como la conocemos, puede cambiar de un momento a otro sin previo aviso. Cuando estos cambios nos afectan como población, no nos queda otra opción que adaptarnos y, para ello, la flexibilidad es clave para hacerlo de la forma más rápida y menos traumática posible.
Sin dudas este año que comienza ya nos plantea el desafío no sólo de cambiar la forma en la que vemos el mundo, sino en la forma en la que nos vemos a nosotros mismos y a los otros.