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Numerosas investigaciones relacionan la risa y el humor con la salud, quedando demostrado que tiene efectos en el bienestar en todas las facetas del desarrollo del ser humano, a nivel personal e interpersonal. El poder del humor se ha demostrado que es capaz de colaborar en revertir determinadas situaciones patológicas y hacer llevaderos procesos personales difíciles, de una manera sana.

La risa no sólo actúa sobre nuestro estado de ánimo sino que también tiene efectos sobre nuestro organismo: aumenta la producción de endorfinas actuando como analgésico, relaja, favoreciendo el rendimiento y el descanso, ayuda al descenso de la hipertensión, tiene efectos positivos sobre la circulación, aumenta la oxigenación y aumenta la producción de células inmunológicas, entre otros muchos efectos.

Síntoma de salud
La resiliencia es la facultad de superación de situaciones graves o incluso de situaciones extremas. La capacidad de algunas personas de seguir conectadas al aquí y al ahora, y seguir adelante pese vivir en entornos realmente dramáticos ha intrigado a investigadores desde hace décadas. La resiliencia se estudia cada día más y se ha demostrado también estrecha relación entre ésta y el humor, diferenciando el humor sano, del que es una forma de agresión más o menos velada como el sarcasmo y la ironía.

El humor que ayuda
Las personas que nos conocen íntimamente y con las que existe una buena confianza poseen un poderoso recurso para sacarnos de los círculos de autocrítica y pensamiento negativo en los que entramos a veces: un simple comentario jocoso sobre nuestro propio funcionamiento mental o la situación en la que nos hallamos, de repente relativiza nuestras acciones o emociones respecto a algo que nos lo está haciendo pasar mal.

Para poder apoyar al otro con humor es necesario escoger bien el momento y el modo, pero sobretodo es imprescindible el cariño, que hace que el otro se sienta comprendido y querido. La broma no menosprecia lo que sentimos, es como un suave y alegre empujón, que nos sitúa en otro punto desde el que observar lo que acontece fuera y dentro de nosotros mismos.

Cuando en una relación hay confianza, que es el reconocimiento del amor del otro hacia uno mismo, no tememos que se rían de nosotros. Sabemos que el respeto hacia nuestra persona y nuestras preocupaciones están ahí y que a veces las personas que nos quieren a menudo son capaces de ver mejor que nosotros mismos cuando nos ponemos excesivamente obsesivos, cuando nos ponemos derrotistas, cuando nos invade la inseguridad.

Asociar nuestras emociones negativas con la realidad que nos angustia, y ayudarnos a observarla desde otro punto de vista, tiene el efecto de reducir lo excesivo (importancia, temor…) y resituarlo. De éste modo le podemos quitar el peso que no tienen las circunstancias desfavorables y que no necesitan de más carga.

De mí, ya me rio yo
Probablemente el ejercicio más saludable de humor es ser capaces de aplicarnos el chiste y la broma a nosotros mismo. A veces conseguimos relacionarnos con las circunstancias externas distinguiendo lo que depende de nosotros de lo que no, renunciando al control que pretendemos poseer y siendo capaces de mirarnos al interior y ver lo que nos afecta. Podemos incluso ver, los pilares supuestamente lógicos que sustentan nuestros temores. Y cuando la falsa racionalidad desaparece, vemos su estructura y ¡menuda carcajada!

El humor nos conecta con algo interno: la conciencia. El humor nos posiciona en el aquí y el ahora y nos permite vislumbrar con claridad que ciertos funcionamientos sólo nos aportan sufrimiento, alejándonos más que acercándonos a ninguna resolución.

Cuando nos observamos a nosotros mismos a través del humor se evidencian mecanismos internos de defensa y se arroja algo de luz y comprensión sobre los cerrojos que nos mantienen prisioneros. ¡Y el humor es una brillante llave!

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