Un nuevo año ha comenzado y con él albergamos la esperanza de un comienzo renovado y despojado de todo aquello que se quedó en el año anterior. Sin embargo, para afrontar los desafíos y aprovechar las oportunidades que todo nuevo año trae consigo, es necesario ponerle freno a la presión que se cierne sobre nosotros. De lo contrario, será ella quien nos paralizará. En este artículo abordaremos las estrategias que nos permitirán convertir la presión en logros.
Estrategias para ponerle un freno a la presión
Es prácticamente imposible evitar recibir presión, puesto que no tenemos control sobre las actitudes y acciones que los demás nos dirigen. Pero hay muy buenas noticias para ti, ya que sí puedes regular el efecto que esta presión externa ejerce sobre ti. Para ello, te compartiremos las estrategias más efectivas que te permitirán mantener la calma y seguir avanzando, sin importar lo que los demás esperen de ti.
- Ordena tus prioridades: Si permites que cada prioridad ajena se convierta en tu prioridad, estás en un problema. Tus hijos quieren el último modelo de móvil, en la empresa te exigen una investigación de mercado para ayer, tu madre te presiona para que hables con tu hermana y la convenzas de que cambie su actitud y tu pareja quiere que estés más presente en casa. ¡Es mucho para resolver en demasiado poco tiempo! Y además, ¿qué hay de tus necesidades? En estos casos, lo mejor es tomar una libreta y comenzar a escribir tus prioridades en orden, pero en el orden que tú consideres deben tener. Una vez la lista esté pronta, interviene sobre cada asunto a tu ritmo y basándote en tu criterio.
- Practica el autocuidado: Hay una realidad ineludible: quien debe ocuparse de los asuntos que te atañen eres tú, y no podrás hacerlo si tu sistema nervioso está conectado a un cable de alto voltaje. Omitir el autocuidado, es decir, alimentarte correctamente, dormir lo suficiente, hacer ejercicio y tener tu tiempo de ocio, es una bomba de tiempo en tu contra. Respira hondo, deja que la presión merme, ocúpate de ti y luego continúa salvando al mundo.
- Evita la rumiación: Machacar mentalmente los errores del pasado es una práctica muy tóxica que nada bueno tiene para aportarnos. Creemos que por traer al presente nuestras equivocaciones y las malas experiencias, podremos construir un mejor porvenir. No obstante, el resultado es precisamente el opuesto.
Rumiar es entrar en un círculo vicioso en el que solo atinamos a ver nuestras equivocaciones danzando ante nuestra mirada impávida. Cuando te percates de que has entrado en esta dinámica, córtala de raíz y sustitúyela por una pregunta muy simple: ¿Qué he aprendido de este error en particular? Identifica y saca en limpio aquello que no debes volver a hacer. Cuando lo tengas, soltar de tu mente la mala experiencia y sigue adelante, sin presiones esta vez. - Ajusta tu autoexigencia: ¿Tienes plena seguridad de que las presiones que estás recibiendo provienen de otras personas? La autoexigencia es una trampa de la cual es muy difícil salir si no nos damos cuenta que nos ha envuelto. Analiza si todo eso que está sobre tus espaldas lo puso otra persona o fuiste tú mismo. Si es una exigencia externa, que pase a la lista de prioridades en el lugar que le corresponda. Si es tuya, pregúntate a qué responde: ¿A una necesidad real o al ego de continuar sintiéndote capaz de hacerlo todo, incluso sin las herramientas necesarias?
- Regula tus emociones: Siempre estás a tiempo de impedir que la premura, la ansiedad y la angustia de los demás se conviertan en tus propias emociones. Aprende a diferenciar lo que siente el otro de lo que sientes tú. Para que la presión no se apodere de ti, necesitarás aprender a dejar de ser esa esponja que absorbe la negatividad que no le corresponde. Mentalízate de que cada persona experimenta diferentes emociones según lo que le toque vivir. Si tú estás al día con tus obligaciones, no te dejes arrasar por los asuntos pendientes de los demás. Ponle un límite al alcance de tu generosidad mantén tus emociones bajo tu cuidado.
- Trabaja en tu resiliencia: Intenta dejar de ver cada crisis como si del fin del mundo se tratara. Sabes que saldrás de ella, así que mírala con cariño, porque algo nuevo te enseñará. Analiza los asuntos que debas afrontar con calma y desde diversas perspectivas, y verás cómo la solución emerge sin que tengas que cavar muy profundo para encontrarla.
- Delega: Es muy poético pensar que podemos con todo, pero la realidad nos golpeará para mostrarnos que no es así. Recurre a tu humildad y admite que puedes hasta cierto punto y delega lo demás a las personas de tu confianza que estén capacitadas para sacar ese asunto adelante.
Hay un año nuevo esperando por ti. Está lleno de nuevas experiencias y de enseñanzas. Para aprovechar desde la primera a la última, deberás desplazar a la presión de tu vida.